MI BAGAJE:
Aunque mi formación académica no ha tenido nada que ver con el arte sino con la jurisprudencia, siempre me he sentido atraído por el mundo artístico
Al final el arte pudo más que el derecho, la pasión pudo más que la razón e inicié mi carrera artística.
Empecé haciendo fotografías de naturaleza pero más que desde un punto de vista documental desde un punto de vista artístico y estético. No me importaba si lo que estaba fotografiando era un alcatraz o un flamenco sino que lo que me importaba es que el pájaro contuviese una carga poética. Fotografiaba la naturaleza de un modo intimista.
La fotografía de la naturaleza me sirvió de aprendizaje y me desarrolló las dos cualidades que deben ser imprescindibles para todo fotógrafo: Visión personal y capacidad de síntesis.
Me introduje en el mundo de la fotografía surrealista en parte por mi vocación literaria y en parte por azar.
La prosa poética que uso al escribir mis libros me ha acostumbrado al pensamiento metafórico y paradójico así que no es de extrañar que un día de un modo fortuito
se me haya ocurrido la siguiente imagen surrealista.
Yo tengo una piel de cebra en el hall de mi casa, de tal modo que es lo primero que veo al abrir la puerta. Un día, por pura casualidad, mientras entraba en mi casa estaba pensando en el ajedrez y al encontrarme con la piel de cebra pensé: ”Y si colocase unas piezas de ajedrez sobre la piel de cebra, como si las casillas del tablero de ajedrez se hubiesen derretido…”
Esta imagen surrealista fue el principio de mi transición hacia la fotografía de concepto realizada en estudio.